jueves, 17 de abril de 2008

Pubicado en el Diario de Jerez

Inesperado adiós del padre Jesús
Fray Jesús Fernández de la Puebla Viso, que cantó a la Semana Santa el pasado 9 de marzo, muere por problemas cardiacos postoperatorios. Jerez le rindió homenaje y tributo ayer ante su Virgen de la Merced

Francisco Abuín / Jerez



Consternación y dolor, profundo dolor, fueron las reacciones al conocerse el fallecimiento del padre Jesús ocurrida en la madrugada de ayer en el Puerta del Mar de Cádiz, hospital donde fue ingresado el lunes. El sacerdote mercedario será enterrado hoy a mediodía en el cementerio de Herencia (Ciudad Real), su ciudad natal, junto a sus padres, tal y como era su deseo, expresado por última vez en su pregón de la Semana Santa.

El padre Jesús tenía 56 años y su fallecimiento se produjo sobre las cuatro de la madrugada como consecuencia de un infarto que le sobrevino en el postoperatorio de la intervención quirúrgica a que fue sometido horas antes.
Su entrada en quirófano fue por la misma dolencia que venía padeciendo desde hacía meses, problemas circulatorios en una de sus piernas. La intervención se prolongó por espacio de seis horas quedando en observación en la UCI del hospital a la espera de conocer la evolución de la pierna. Finalmente, una embolia, y el corazón le volvió a fallar.
Padecía una cardiopatía desde que en la romería de La Cabeza de hace dos años tuvo que ser evacuado a causa de un infarto. Sus restos mortales fueron trasladados desde Cádiz a la basílica quedando el féretro, cubierto con su casulla, situado en el presbiterio a los pies de la Virgen de la Merced, rodeado por los estandartes de las hermandades y de numerosas coronas de flores. En la cabecera del mismo se situó en un pedestal al Niño de la Virgen vestido de morado. A los pies del ataúd, la bandera de Las Angustias, hermandad de la que era su director espiritual.
Las muestras de pesar eran evidentes por parte de su familia, que llegó de Herencia poco después del mediodía, de sus más allegados, de la comunidad, de cofrades y de fieles en general que gozaban de la amistad de este hombre bueno y tremendamente mariano.
Nadie esperaba esta fatal consecuencia, tanto que las reacciones de sorpresa se fueron sucediendo durante el día conforme se extendió la noticia. Centenares de personas pasaron a lo largo de la jornada por la basílica, pero el momento más multitudinario fue a las cinco de la tarde cuando se ofició una misa de funeral que presidió el obispo diocesano, monseñor Juan del Río Martín, concelebrada por más de una treintena de sacerdotes y con la presencia de la alcaldesa, Pilar Sánchez, y de la delegada de Cultura y Fiestas, Dolores Barroso.
Jesús Fernández de la Puebla se ganó el cariño de muchos desde el primer instante que pisó Jerez. Junto al padre Felipe Ortuno, fue protagonista del impulso de la devoción a la Patrona y de los cambios que introdujo en la procesión de la misma, sabiéndose rodear de cofrades y devotos a los que dio participación, les abrió la basílica e inculcó la devoción mercedaria.
El padre Jesús estuvo un tiempo en Sevilla donde también mantuvo muy estrechas relaciones con el mundo cofrade, especialmente con la hermandad de Las Mercedes de Santa Genoveva. Poco antes de esta pasada Semana Santa, recibió un pañuelo de esta imagen mientras estaba hospitalizado en Jerez por la misma dolencia. También deja huérfana a su hermandad de la Virgen de la Cabeza de Jerez, de la que es fundador, ubicada en la parroquia de Picadueñas que regentan los padres mercedarios, donde asimismo se ha sentido profundamente su muerte. Predicó cultos a casi todas las hermandades de la ciudad, fue partícipe de muchos de los más íntimos momentos cofrades, sobre todo esta última Semana Santa dando muestras de una espectacular y, por qué no, milagrosa recuperación.
Su forma de ser y de estar, con una actitud positiva y bondadosa hacia la vida, tuvo siempre a María como eje y centro de su existencia. Así era el padre Jesús, un hombre bueno cuyo último acto público y el mejor regalo que se ha llevado por parte de las hermandades fue el pregón de la Semana Santa que pronunció el pasado 9 de marzo.
Ahora, la obra que leyó entonces se convierte en el mejor legado espiritual de este sacerdote que se confesó ante Jerez en sus creencias, las mismas que llevó por bandera. Tal y como dijo ayer el presidente del Consejo, Muñoz Natera, el pregón "fue el más explícito reconocimiento que le pudimos hacer los cofrades".
El comendador de la orden, su 'hermano' Felipe Ortuno, era ayer un hombre roto pero manteniendo el tipo atendiendo a todos. La impresión general es que se marcha uno de los buenos, una pérdida irreparable para todos los que lo conocieron y más aún para el mundo cofrade local.

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