lunes, 14 de abril de 2008

Emoción en la tercera edición del pregón de la Cofradía de la Virgen de la Cabeza de Castillo




Emotivo, entrañable, caluroso y con gran fervor mariano. Así se puede definir el tercer pregón de la Cofradía de la Virgen de la Cabeza de Castillo, que año tras año nos deleita con un elocuente pregonero. Este año recayó esta labor en el Padre Domingo Conesa Fuentes, rector del Santuario de la Virgen de la Cabeza. El acto, que tuvo lugar el sábado 12 de abril en el Centro Social de Castillo, estuvo además presidido por el presidente de la Cofradía, Juan Manuel Conde, el párroco de Castillo, José Antonio Mármol, y por las autoridades locales.

El Pregón comenzó con un video sobre el camino hacia el cerro del Cabezo y los peregrinos castilleros. A continuación, el presidente de la hermandad hizo una breve presentación del Padre Domingo y le agradeció que fuera este año el Coro Flamenco 'Castillo Compás' de esta localidad jienense quien cantara la Misa Mayor.

En verso

Un pregón en verso, alternando con párrafos en prosa, y que comenzaba saludando en primer lugar a la Virgen de la Cabeza. En su alocución, el padre Domingo hizo alusión a la fe de los peregrinos y agradeció al párroco de Castillo sus palabras de afecto y respeto por lo «que somos y representamos.

Conesa Fuentes manifestó que ha sido testigo de hechos que son difíciles de explicar, por no decir imposible de hacerlo si no hubiera recurrido a la fe, a la unión con Cristo y con María para saber que allá Dios está hablando a través de los hechos, signos y prodigios, para confundir a los sabios.

«Ser cofrade y cofrade de la Virgen de la Cabeza es actuar sin interés, sino por el amor que Dios nos tiene», y añadió que el amor del cristiano del cofrade de la Virgen de la Cabeza es un amor desinteresado, rompe la ley de la correspondencia, no espera nada a cambio... Como ejemplo puso a Juan Castillo, al sacerdote Lorenzo Calderón, a Juan Navas o a Manuel Aguayo.

Domingo Conesa no se olvidó de mencionar su primera visita a Castillo, allá por los años 80, y lo que le llamó la atención entonces fue la gente de este pueblo, labrador y trabajador, así como su fe y respeto, su acogida al extraño y forastero.

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