lunes, 20 de julio de 2009

Nuestra presencia en la Virgen del Carmen Coronada del Perchel


Fotos cedidas por Juan Bareas
Un mar de gente arropó durante todo el día de ayer a la Virgen del Carmen Coronada de Málaga. Desde las ocho de la mañana, que salió de su templo, hasta pasadas las once de la noche, que regreso a él, miles de personas estuvieron al lado de la Estrella de los mares, de la Madre marinera, de la Reina del Perchel.
Especialmente multidunaria fue la ceremonia religiosa que tuvo lugar en la Catedral. Más gente que nunca. Parece que hay una razón lógica que lo explica el hermano mayor, Pedro Damián Jiménez Morales: «En época de crisis, tiempo de fe». La misa fue presidida por el todavía deán de la Catedral, Francisco García Mota -se echó en falta al obispo, Jesús Catalá-, y concelebrada por el canónigo y delegado episcopal de cofradías y hermandades, Felipe Reina.
Del primer templo de la ciudad, al puerto. En ese recorrido se sumó el alcalde de al ciudad, Francisco de la Torre. La puerta principal de la antigua estación marítima, hoy convertida en sede de la Autoridad Portuaria, se puso un dosel y bajo el pórtico estuvo todo el día expuesta la imagen. Cientos de malagueños pasaron ante ella. Se persignaban tras una callada oración o una petición. Y es que la Virgen del Carmen ha gozado siempre de gran devoción en Málaga.
Perfectamente vestida y enjoyada, la Virgen invitaba a que le dijeran sin rubor: «¡Guapa, guapa y guapa!». En su pecho lucía la medalla de la ciudad y el rojo fajín de capitana estaba cuajado de escudos e insignias de oro relacionadas con instituciones marítimas.
Allí estuvo hasta la hora del embarque. A las seis y media de la tarde era trasladada en andas al muelle dos donde aguardaba el remolcador 'Diheciocho. Santander'. Cantes en su honor en las voces de un coro y las autoridades de Marina a bordo, con su comandante, Luis Miranda, al frente.
Primero sonó la marcha real cuando la Virgen entró al barco, y, una vez situada en popa -la parte más amplia de la embarcación- se cantó la Salve Marinera. Fervor, devoción, recuerdo a familiares que se fueron, calor, olor a rebalaje... Un cúmulo de emociones reunido en torno a esta imagen.
El remolcador partió acompañado por una treintena de pequeñas y medianas embarcaciones dándole escolta a la Virgen por su paseo por la bahía. Frente a los bloques de Cantón se produjo el reencuentro con la pequeña imagen de bronce que está sumergida en las aguas, y custodian los submarinistas. Hubo ofrenda floral en alta mar.
Cuando el sol ya se escondía detrás del edificio de La Equitativa, pasadas las ocho de la tarde, la Virgen del Carmen regresó al punto de donde partió. Esperaba en el muelle su trono para iniciar la procesión terrestre. Este año, tiempos de austeridad, se estrenaron solamente dos angelitos, obra de Juan Vega, que completan los otros dos que ya estrenó el pasado año.
La banda de cornetas y tambores Nuestra Señora del Carmen abrió el cortejo y la banda de música de la Expiración lo cerró. Cuando la procesión pasó ante la iglesia Stella Maris, en la Alameda Principal, se cantó la Salve Marinera. La llegada a su barrio fue apoteósica. En el puente de la Misericordia, engalanado desde hace días con gallardetes y banderas vaticanas, carmelitas y españolas, hubo una vista de fuegos artificiales. Con ellos se quería anunciar que la Virgen del Carmen volvía al Perchel. Al salir del puente, la banda interpretó el Himno de Coronación en honor a la vecina Virgen de los Dolores.
Huelin
En el lado oeste, cientos de malagueños vivieron también la pasión carmelita con la procesión de la Virgen del Carmen de Huelin, que cada año gana más adeptos. El alcalde de Málaga acompañó la comitiva, que llevó de acompañamiento musical la agrupación San Lorenzo Mártir, en cabeza, y la banda de Zamarrilla, detrás del trono.
A la altura de la Peña Costa del Sol, en calle Princesa, Diego Gómez recitó una poesía y un grupo bailó la Salve Marinera, todo impregnado con ese sabor marengo de los vecinos de Huelin. La Virgen estrenó un trono realizado por las manos maestras de Rafael Ruiz Liébana. Destaca el arco de campana formado por dos tritones.



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